Siempre me gustó salir en obras de teatro, pero no era bueno. En la secundaria, el profesor de Español me pidió ayudarle con una obra, pero como "auxiliar" (por algo quería que estuviera detrás y no en pleno escenario), lo cual tenía como ventaja el poder apreciarla como espectador el día de la presentación. La obra llevaba por título "La vecina de enfrente" (no recuerdo el nombre del autor) y trataba de lo siguiente: Una madre y su hija se pasaban gran parte del día "espiando" a su vecina para saber qué hacía y sobretodo, qué adquiría. Inmediatamente, acudían con el "señor de la casa", el esposo y padre, para solicitarle les diera lo mismo, no fuera a ser que la vecina y su familia se sintieran superiores. Después de adquirir varios objetos, la hija de la vecina decide ir más lejos, pues se compromete con un cubano, por lo que las protagonistas, para no "quedarse atrás", intentan obligar a su mozo (cubano, casualmente) a casarse con la chica en cuestión, quien solamente tiene 15 años de edad. La obra, como comedia que es, termina con el señor quitándose el cinturón y mencionando a su esposa e hija que su vecino de enfrente les dio una golpiza a su mujer y su hija por "antojadas" y que él no piensa quedarse atrás.
Cada situación genera risas, aplausos, que la gente esté de buen humor. No supe quien de los asistentes se llevó a casa una reflexión, pero en ese tiempo, por lo menos yo, no. Muchos años después, analizando varias situaciones actuales (y aún más con la ayuda de las redes sociales), me he dado cuenta de que muchos tendemos a ser así. Estamos buscando "no quedarnos atrás" con respecto al vecino de enfrente... y al de al lado, el de atrás, el de la esquina... el que no es vecino pero conocido, el compadre, el compañero de trabajo, el hermano, el primo, el tío, el hombre que pasa por la calle... ¿Continúo?
Nos la pasamos tanto tiempo comparándonos con otros, que se nos olvida vivir. ¿Cuántas veces no nos hemos encontrado con gente, ya sea en persona o por internet, que se la pasa subiendo fotos de su última adquisición "de marca" para obtener la aprobación de los demás? He visto publicaciones un tanto crueles en Facebook: "Suben sus fotos de su nuevo iPhone ___ (inserte aquí el número), pero lo van a pagar a Coppel a 36 meses y le ponen recargas de $ 20". Una burla que me resulta hasta clasista, pero que está llena de razón. Otro tipo de publicaciones hacen referencia a las claras condiciones "pobres" de la vivienda donde la foto fue tomada, a la ropa, al peinado, a las características físicas... a la apariencia en general.
Ante estas situaciones me pregunto: ¿Quiénes están mal? Una respuesta rápida (porque va acorde a mis ideas de "vive y deja vivir") sería que son los que se burlan los que se encuentran en una postura errónea e ignorante. Y sí, así me lo parece. Pero escarbando un poco más profundo, considero que esos consumistas extremos también están mal si es que se cumple la consigna de encajar en un grupo a través de la adquisición de objetos dirigidos a grandes masas. Y, de hecho, por consumismo me refiero no sólo al aspecto material, sino también a la adopción de actitudes, modas y acciones que toman apogeo en determinados lugares y períodos de tiempo. Yo descarto a las personas que consumen algo porque les gusta y se sienten cómodas con ello, independientemente de la imagen que se proyecte ante los demás. Pero, siendo honesto, hay muy poca gente así y hay mucha más de la otra, de la que, dependiendo del contexto y el momento, han sido llamados posers, faroles, simuladores, fakes, pájaros nalgones... Etc.
Bueno, y si mi filosofía es que cada quien haga de su vida un papalote, ¿por qué estoy hablando de esto ahora? Pues porque me parece que alguien que ha tomado el camino de ir simulando o pretendiendo ser lo que no es, enfocándose en las modas materiales o sociales, debe tener una vida bastante vacía, lo cual, lógicamente, resulta dañino a largo plazo. A veces a corto... Y es que una cosa es esforzarte por algo que quieres y otra muy distinta demostrarle a los demás que lo tienes para no sentirte menos.
Me pregunto qué pasaría con la sociedad si en vez de fijarnos en lo que tienen y/o hacen los demás, nos enfocáramos en lo que queremos realizar y vamos por ello. ¿No sería una sociedad más feliz, más centrada, más relajada, menos agresiva, menos falsa? Recordemos que no valemos menos ni más por lo que tenemos o carecemos y que no necesitamos demostrárselo a nadie. Si los demás no valoran quién eres como ser humano, es problema suyo, y no de ti. Así de sencillo.
Piensa que si pretendes tener lo mismo que "la vecina de enfrente", puedes terminar recibiendo una golpiza...
Tú... ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar con tal de encajar?
Ante estas situaciones me pregunto: ¿Quiénes están mal? Una respuesta rápida (porque va acorde a mis ideas de "vive y deja vivir") sería que son los que se burlan los que se encuentran en una postura errónea e ignorante. Y sí, así me lo parece. Pero escarbando un poco más profundo, considero que esos consumistas extremos también están mal si es que se cumple la consigna de encajar en un grupo a través de la adquisición de objetos dirigidos a grandes masas. Y, de hecho, por consumismo me refiero no sólo al aspecto material, sino también a la adopción de actitudes, modas y acciones que toman apogeo en determinados lugares y períodos de tiempo. Yo descarto a las personas que consumen algo porque les gusta y se sienten cómodas con ello, independientemente de la imagen que se proyecte ante los demás. Pero, siendo honesto, hay muy poca gente así y hay mucha más de la otra, de la que, dependiendo del contexto y el momento, han sido llamados posers, faroles, simuladores, fakes, pájaros nalgones... Etc.
Bueno, y si mi filosofía es que cada quien haga de su vida un papalote, ¿por qué estoy hablando de esto ahora? Pues porque me parece que alguien que ha tomado el camino de ir simulando o pretendiendo ser lo que no es, enfocándose en las modas materiales o sociales, debe tener una vida bastante vacía, lo cual, lógicamente, resulta dañino a largo plazo. A veces a corto... Y es que una cosa es esforzarte por algo que quieres y otra muy distinta demostrarle a los demás que lo tienes para no sentirte menos.
Me pregunto qué pasaría con la sociedad si en vez de fijarnos en lo que tienen y/o hacen los demás, nos enfocáramos en lo que queremos realizar y vamos por ello. ¿No sería una sociedad más feliz, más centrada, más relajada, menos agresiva, menos falsa? Recordemos que no valemos menos ni más por lo que tenemos o carecemos y que no necesitamos demostrárselo a nadie. Si los demás no valoran quién eres como ser humano, es problema suyo, y no de ti. Así de sencillo.
Piensa que si pretendes tener lo mismo que "la vecina de enfrente", puedes terminar recibiendo una golpiza...
Tú... ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar con tal de encajar?
